A veces dejo escapar los minutos
mirándote. Permaneces hermosa,
vulnerable como una niña.
Con la calma susurrando
cerca de tu piel, en cada
músculo de tu cara. Derrotada,
entregada,
libre por fin.
Fuera de casa ruge el tiempo
y acechan los fantasmas.
Con el miedo en la garganta comprendo
que encuentro la felicidad y el dolor
en la misma duda:
no saber si soy un héroe o un mártir.
La noche se precipita
y debemos salir. Mates
o mueras, seré yo quien
una vez más
cure tus heridas.
Mozart - Requiem
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