viernes, 21 de octubre de 2011

al. c. II

Todo había huído de nosotros
y como un presagio de muerte
la luna acariciaba el mar
mientras tú derramabas tu luz
sobre mi piel helada.
Cuando nos despedimos
dejaste un puñal bajo la almohada
y un escueto libro
de instrucciones.
Al descubrirlo
sonreí
y te di las gracias.

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